En ciertos momentos, cuando me siento y reflexiono acerca de la poderosa herramienta con la cual fuimos equipados en nuestro interior, al momento de llegar al mundo, no logro explicarme por qué las personas no pueden renunciar a todo el sufrimiento, las dificultades y las difíciles pruebas a las que a veces somos sometidos.
Hace varias lunas, visitaba Japón y durante mi estadía hice una escala imperdible en Hiroshima. Por supuesto, visité el Memorial de Hiroshima, que guarda todo el registro de los penosos días y sufrimientos a los que fue expuesta la región y sus habitantes al finalizar la Segunda Guerra Mundial. Es conmovedor recorrerlo y escuchar la narración de todo lo ocurrido y del valor que tuvieron aquellos que lograron sobrevivir. Sin embargo, algo me dejó perplejo. Fue leer la frase estampada en la entrada del Memorial: todo ha sido perdonado, pero no olvidado. Terrible. Porque si perdonas, pero te niegas a olvidar, mantienes activo un sentimiento que en ocasiones es destructivo para ti puesto que alimentas esa energía negativa que te encadena al pasado y te impide liberarte. Que te bloquea nublando tu capacidad para discernir y expresar el sentimiento verdadero que debe gobernar tu vida: el amor.
El perdón es un don que nos permite liberar el alma de las cadenas que fabrica el rencor en nuestro interior y que ocasiona dolor y la acumulación de odios que solo inician tu sendero hacia la autodestrucción. El perdón es un elíxir sanador que te permite superar los sufrimientos del pasado restaurando tu vida, y que además le permite a tu corazón avivar la llama de la esperanza, que pronto te guía por el sendero de la fortaleza. Perdonar es sanar las heridas del pasado y permitir que el corazón se abra de nuevo hacia el sol que irradia el sentimiento del amor, como el broto de una flor durante las horas tempranas de la madrugada cuando el rocío lo acaricia, lo humecta y lo alimenta con la secreta esencia de la vida.
Cuando ejerces el don del perdón, te reconcilias contigo y despiertas la humanidad que viste tu guerrero interior. Entonces, eres capaz de reconocer tus errores, aprender de ellos y renacer fortalecido.
Inicia ahora el sendero de la humildad, que te permite ejercer el poder de dar y también de recibir. Entra en sintonía con el universo, y ofrécele una oportunidad a la abundancia que espera por ti y a la cual tienes derecho por ser parte del tejido que el ARQUITECTO DE LA VIDA gobierna y expande constantemente, para que entre en tu existencia con un caudal imparable de bendiciones y milagros sin límites.
Perdonar es comprender al otro y respetar su libertad, sin juzgarlo ni condenarlo, ofreciéndole tu amistad, a través de la bondad que emana de tu interior. Cuando perdonas, entras en armonía con el cosmos. Te sintonizas con el universo, tu existencia fluye como un río cuyo corriente limpia los territorios que antes invadía el lodo, dando la oportunidad de que nuevas praderas inunden tu bosque interior y que los árboles de tus sueños inicien su ascenso hasta el borde que los acerca a la DIVINIDAD para disipar los misterios y permitir que estos se conviertan en frutos reales que servidos en tu mesa te acercan al banquete del bienestar y la prosperidad.
Agradece la oportunidad que tienes para perdonar y no dejes que los días pasen sin completar el rito. Mañana puede ser tarde. Perdonar es el acto de valentía que sella tu guerrero interior con la luz que te da las alas para elevarte hacia la cumbre donde anidan las águilas. Se requiere coraje y voluntad. Disciplina y sabiduría para diseñar la carta de navegación e iniciar el viaje.
Perdonar es la luz de tu mirada en la de tu prójimo, que ilumina tu camino interior. Es la voz que te llama para abordar el tren con destino hacia un retorno superior.
Perdonar es el presente que el ARQUITECTO DE LA VIDA ha puesto en tus manos para traer sanación a tu vida y reconciliación contigo mismo y con tus semejantes.
¿Has reflexionado ya acerca del rol que juega el perdón en tu vida?
Te invito a experimentar la libertad y la curación que se obtienen al perdonar a los demás o al ser perdonado. No esperes más. No dudes. Rompe las cadenas que te atan al sufrimiento y aborda el tren que comanda tu guerrero interior… Olvida tu pasado y viaja hacia tu futuro aquí y ahora, para que llegues al destino donde te encontrarás con tus anhelos y podrás celebrar la vida.
Texto de RICARDO GIRALDO
